Logo

Juntas y en movimiento, por Patricia Pujol




Conversaciones con la capitana de la primera selección uruguaya de LA AUF,

Sarita Figueras

 

Me prestó un libro sobre una jugadora de fútbol catalana. Le presté mis apuntes sobre las futbolistas de las selecciones que participaron en el Mundial pasado. Me mostró el álbum de Francia 2019 con apenas tres figuritas faltantes. Le conté del podcast que documenta la denuncia de acoso sexual en la selección sub-17 colombiana en 2019 y se lo compartí por Whatsapp. Me contó sobre su incursión en un espacio radial de Cataluña, donde, en pocos minutos al aire, despunta el vicio de charlar de fútbol jugado por mujeres. Hablamos del Mundial que viene y de los malabares que hará cada una para ver la mayor cantidad de partidos posibles. Así somos

 

 

Sarita Figueras es, sin duda alguna, una referente del fútbol femenino, además de una de las pioneras en la forma institucionalizada de jugarlo. Es la primera capitana que tuvo una selección uruguaya dentro de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Conoció, pisando el pasto, las dificultades y gozó los momentos de alegría que suman los deportes colectivos.

Para entrevistarse con ella, Túnel fue a su casa, en el barrio Brazo Oriental, justo el día antes de su partida a las vacaciones de verano. Entre aprontes de previa al camping, un trailer repleto de bolsos tapado por una lona verde que ajusta a su auto, conversamos sobre el Mundial que se viene. Es la excusa para vernos, reírnos un poco, intercambiar materiales de lo que más nos gusta: el fútbol.

 

El arranque

 

El próximo 20 de junio sonará la canción oficial, ‘Unity’, de la británica Kelly Lee Owens, y comenzará a disputarse, en diez sedes distintas esparcidas por las lejanas Australia y Nueva Zelanda, el Mundial, que reunirá a 32 selecciones hasta el 20 de agosto. En esta nueva edición la FIFA abultó la cantidad de países participantes (antes, en 2019, eran veinticuatro y un poco antes, en 1991, eran doce), como se hace cada vez que, aquello a lo que llaman “mercado” arroja pruebas suficientes sobre sus réditos económicos. Para esto, se jugó un torneo clasificatorio, del 17 al 23 de febrero, en el que diez selecciones disputaron tres plazas para el Mundial. Por América del Sur, ya habían ocupado sus lugares las ganadoras de la Copa América, Brasil, Argentina y Colombia. Ahora, jugaron, de yapa, Paraguay y Chile, ambas sin suerte: La Roja no pudo repetir la experiencia mundialista contra Haití y Paraguay, que nunca jugó un Mundial, tampoco pudo ganar contra Panamá.

Debutarán en esta edición las selecciones de Haití, Marruecos, Filipinas, Portugal, Panamá, República de Irlanda, Vietnam y Zambia.

No está de más recordar que, más de mil millones de espectadores y espectadoras se conectaron a una retransmisión oficial del Mundial femenino de 2019 a través de las diferentes plataformas. La final entre Estados Unidos y Países Bajos fue, hasta ahora, el partido más visto de la historia de los mundiales femeninos, con una audiencia en directo de 82 millones, mientras que en Canadá 2015 la audiencia de la final alcanzó los 52 millones. En América del Sur, Brasil y Argentina aportaron la mayor cantidad de ojos al evento.

Las señales fueron claras: la transmisión de calidad de partidos jugados por mujeres despierta interés y existen muchas más personas de las que se esperaba deseando ser parte. También se alcanzó el récord de venta de entradas en los estadios: cincuenta días antes de comenzar el mundial pasado ya se habían vendido 720.000. La presencia de hinchas en las tribunas parece garantizada. El torneo deportivo se vuelve negocio y fenómeno cultural. En el medio, las jugadoras encuentran los intersticios para consolidar sus reclamos de mejora de condiciones, por salarios dignos, por reconocimiento a sus profesiones, por libre goce de sus despliegues deportivos en espacios libres de violencias. Las periodistas nos damos cuenta de que en los medios de comunicación se necesitan más mujeres aportando nuevas narrativas del deporte. Las directoras técnicas muestran sus trabajos de procesos complejos en los campos de juego. Las árbitras se suman, cada vez con más minutos de partidos encima, a ser parte fundamental del evento. Sin nosotras, no hay fiesta.

Amotinadas, desconformes, rebeldes. Esos son los adjetivos con los que varios medios de comunicación europeos titulan informaciones que involucran a las jugadoras que denuncian sistemáticamente, tomando acciones contra las injusticias y violencias que viven día a día en sus federaciones nacionales, las que no abandonan el horizonte de profesionalizar el fútbol femenino. En la previa del Mundial, cada vez más jugadoras utilizan sus redes sociales para compartir información y no llama la atención que nos enteremos de que alguna de ellas (a veces hasta en forma colectiva) ha tomado la decisión, con impotencia y pesar, de no estar en el próximo campeonato.

Cuando Sarita empezó en el fútbol, hace veintisiete años, era raro ver partidos por televisión (jugó en Bella Vista, Rampla Juniors, Huracán Buceo y Salus). Las jugadoras de referencia, aquellas que por trayectoria o habilidad podrían haber sido mundialmente destacadas, eran perfectas desconocidas fuera de fronteras. Sarita recuerda como una anécdota exótica el momento en que a una compañera de la selección uruguaya le regalaron una camiseta de Mia Hamm, la gran delantera de la selección de Estados Unidos, que jugó de 1987 a 2004, medallista de oro olímpica y dos veces campeona del mundo. “¡Fue toda una alegría y una gran sorpresa!”, cuenta.

 

Las contradicciones

 

La ocasión del Mundial propicia la visibilidad del fútbol de selecciones y asegura una repercusión de informaciones en las que las mujeres son protagonistas. Sin embargo, el aparato montado de la FIFA propone un sistema muy criticado en cuanto al manejo de fondos e influencias (alcanza con ver varios documentales de reciente estreno en plataformas, con leer noticias en los medios que siguen estos asuntos de fraude, violencias, coimas y corrupción), y su forma de visibilizar el fútbol femenino cuando los cargos de decisión están ocupados por hombres. La contradicción sobreviene y existe esta tensión: estar para vivirlo y tomar el fútbol como campo de goce y disputa o no formar parte del evento, marcar la ausencia, dejar el hueco, como forma de protesta por estar en desacuerdo con sus políticas. Así sucedió en 2019, cuando Ada Herberg, la jugadora noruega, Balón de Oro de la FIFA, actual jugadora del Olympique de Lyon, no viajó a Francia en protesta por mejoras en las condiciones. No la vimos, notamos su ausencia.

“Esto va más allá del fútbol… El tema de que van a explotar el fútbol de mujeres no es nuevo. Viene desde la época de [Joseph] Blatter, él vio ese negocio. Es cierto que es para unos pocos, el desafío es masificar y creer que eso puede ser posible. No veo viable la profesionalización del femenino en Uruguay. Las cabezas de las personas que están en eso no están preparadas. Hacemos un trabajo social desde los clubes”, dijo Sarita. “Estoy fuera de este ambiente desde hace dos años. En 2014 aprobé el curso de entrenadora y siento que cumplí un ciclo como parte del cuerpo técnico de Liverpool femenino. Me estoy tomando un tiempo, un tiempo largo. No estoy preparada para el ambiente AUF. A otra compañera le pasa algo similar. Nos hemos sentido tan agredidas por la falta de solidaridad, desagradecimiento, le ponés garra y corazón, y tratás de que sea profesional. Claro, hay personas y algunas instituciones, que sí apoyan. Pero a esto, le sumás una federación que no va acorde con lo que vos pensás que se tiene que hacer. Si una es la que tiene tanto problema, y hay gente que sigue y sigue, reflexiono que el problema quizás lo tenga yo. Creo que me resigné. Capaz que soy utópica, pero alejarme y reflexionar sobre el ambiente es lo que pude hacer. En Liverpool pude trabajar bien, solo que la pandemia y agentes externos no me ayudaron. A veces me sentía sapo de otro pozo. Siempre quiero que crezca el femenino, pero a veces creo que es por otros caminos. No quiero generalizar, porque no todos actúan así, pero algo tiene que cambiar, entonces. Desde delegados que toman decisiones que no se entienden por votar campeonatos irrisorios, dirigentes y técnicos que no tienen un plan de trabajo y jugadoras que no tienen el objetivo. Es un combo”, reflexiona Sarita, siempre en un tono de duda y con tristeza.

Lo que se viene

 

Sarita también tratará de ver la mayor cantidad de partidos posibles del Mundial 2023, buscando el tiempo en horarios imposibles, viéndolos en pantallas casi nunca adecuadas y muchas veces partidos sin relato ni comentario. Entonces le pregunto a qué jugadoras seguirá, a qué selecciones le prestará atención en julio. La conversación vuelve a llenarse de emoción y desenredamos la madeja de nombres y recuerdos.

“Estoy muy influida por la Liga Española”, dice y nos reímos, mientras se sienta en la silla frente a mí, delante de la mesa donde hay jugo y galletas. Lleva puesta la camiseta roja y azul a bastones, con el número 11 de Alexia Putellas, del Barcelona Fútbol Club. “¿Volverán a ser campeonas las de Estados Unidos?”, pregunta con ese tono retórico de quien no espera respuesta.

“En Inglaterra, Beth Mead, la atacante del Arsenal, que se lesionó los ligamentos y no sabemos si llega al Mundial (fue nominada al Balón de Oro de la FIFA), Georgia Stanway (del Manchester y ahora en el Bayern Munich), Keira Walsh (centrocampista también empezó en el Manchester y ahora está en Barcelona). En Suecia hay que seguir a FridolinaRolfö, delantera zurda (ahora en el Barcelona, jugó en el Bayern Munich), compañera de StinaBlackstenuis, del Arsenal, medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Río 2016. En Alemania, la centrocampista Lena Oberdorf del VfLWolfsburgo, que desde los doce años estuvo en la selección sub-15, con catorce pasó a la sub-17, muy precoz. Jugó el Mundial 2019 con diecisiete años. También a la delantera Alexandra Popp, que fue la capitana de la selección en el Mundial 2019, aunque este mundial la agarra más grande”.

“En Francia, Marie-Antoinette Katoto, de veintitrés años, fue la máxima goleadora de 2021 en la liga francesa, del Paris Saint-Germain, y seguro que será una jugadora a quien prestar atención. Otra jugadora destacada es su compañera del Olympique de Lyon, Amandine Henry, pero creo que no está siendo citada por la actual DT de Francia, Corinne Diacre”, dice Sarita.

Al finalizar febrero nos enteramos que otra de las ausentes será Wendie Renard, la zaguera capitana de 32 años, una de las futbolistas con más trayectoria en LesBleues: “No puedo dar mi aval al sistema actual de la selección, que está muy lejos de las exigencias que requiere el más alto nivel”, escribió en su cuenta de Twitter. De inmediato, se sumaron sus compañeras de selección Katoto y KadidiatouDiani. Además, en los medios internacionales se conoció que el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Noël Le Graët, renunció a su cargo, en el medio de una investigación preliminar por acoso sexual, como informó Le Monde, días después de conocerse los resultados de la auditoría que encomendó la ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra.

“En España, también se da la situación de conflicto y no sabemos si van a participar del Mundial, pero si fueran, hay que prestar atención al mediocampo: Alexia Putellas, Patri Guijarro y Aitana Bonmatí”, comenta Sarita sin ocultar su doble pena: por los motivos archiconocidos del conflicto de las jugadoras con su federación y porque eso mismo hará, seguramente, que no podamos disfrutar de su fútbol tan exquisito.

Putellas, de quien Sarita tiene dos libros que acomodó oportunamente sobre la mesa para este encuentro, fue Balón de Oro en 2021 y 2022, ganadora del premio a la mejor jugadora que otorgó en febrero la FIFA. Se recuperó hace poco de una lesión en la rodilla que la dejó fuera de la Eurocopa. Ahora, está en disputa por la participación en la selección junto a quince futbolistas (entre las que se encuentra la joven Claudia Pina, Balón de Oro en el Mundial sub-17 disputado en 2018 en Uruguay), que se niegan a continuar en condiciones de no profesionalismo, tal como comunicaron en setiembre del año pasado. A través de un comunicado difundido en las redes sociales de las jugadoras y enviado a la Real Federación Española, manifestaban la voluntad de “no ser convocadas hasta que no se reviertan situaciones que afectan a nuestro estado emocional y personal, a nuestro rendimiento y, en consecuencia, a los resultados de la selección y que podrían derivar en indeseables lesiones”, aun sabiendo que “solicitando no ser convocadas, penalizamos nuestra carrera profesional, nuestra economía y por supuesto seguir construyendo algo importante en el fútbol femenino. Porque llegar a donde estamos ahora mismo ha costado años de esfuerzo de muchas personas. Y todavía quedan muchas cosas por mejorar como se está demostrando recientemente”, concluye el comunicado. El DT de España ya alineó, en febrero, en los partidos de la Copa de las Naciones, preparatorios para el Mundial, a un equipo con otras jugadoras. Aún no sabemos si el caso de Ada Herberg volverá a darse este año con otro nombre.

La selección de Estados Unidos, campeona de cuatro ediciones de la Copa del Mundo, en 1991, 1999, 2015 y 2019, llega como una de las más fuertes. Y no lo hace lejos de los titulares por protagonizar protestas, como sucedió en octubre de 2022, previo al amistoso que jugaron con Inglaterra, donde ambas selecciones salieron a la cancha con una pancarta exigiendo justicia para las jugadoras de la NWSL, liga femenina profesional, que denunciaron abuso verbal, emocional y acoso sexual en los últimos años por parte de tres directores técnicos identificados. Tal como sucedió en 2019, es de esperar que las jugadoras continúen amplificando estos mensajes y exigiendo ambientes libres de violencias.

“En Estados Unidos habrá una renovación importante también. Carly Loyd ya se retiró, Rose Lavelle, la jugadora joven que metió el gol en la final del mundo y fue una revelación con el Balón de Bronce, está convocada (juega en el OL Reign actualmente). Lindsy Horan, del Lyon, Megan Rapinoe y Alex Morgan, ambas pasando ya los treinta, es probable que estén aportando experiencia”, sostuvo Sarita. Alex Morgan, goleadora en su liga, vuelve en 2023 a figurar entre los nombres para el premio de Balón de Oro de la FIFA.

En Argentina, la referente es Estefanía Banini, de Mendoza, que estuvo en conflicto con la federación, no fue citada a los Panamericanos de 2019 porque exigió trato profesional. Ahora juega en el Atlético de Madrid y es una de las figuras del equipo albiceleste. “Hay que prestarle atención. También a Lorena Benítez, la exjugadora de Boca Juniors, ahora en Palmeiras junto a Soledad Jaimes; la de la camiseta 8, Ruth Bravo, ahora en León de México, y su compañera Mariana Larroquete; la cordobesa Florencia Bonsegundo, que juega en el Madrid C.F.F. Todas ellas aportarán experiencia de su participación en el mundial anterior y las agarra en un buen momento de madurez.

Argentina, que estará en el grupo G con Suecia, Sudáfrica e Italia, estrena en competencia mundialista al entrenador Germán Portanova, ex DT de la UAI, con trayectoria en el femenino nacional, que asumió en 2021.

“De Japón no sé qué esperar, pero siempre recordamos a Omare Sawa (Balón de Oro en 2011). Está en el grupo C con Costa Rica, España y Zambia. Es una selección muy fuerte, ágil, rápida y técnicamente buena: tiene una Copa del Mundo y siempre su equipo sub-20 hace buenos papeles. Tendremos que prestar atención”, comenta Sarita.

También están las destacadas jugadoras de Países Bajos, selección subcampeona del Mundial 2019, que tiene entre sus filas a algunas de las jugadoras más destacadas: Sari van Veenendaal en el arco, Guante de Oro de Adidas, y VivianneMiedema, delantera del Arsenal.

Sarita, que de todas las selecciones que jugarán el Mundial disputó un partido vistiendo la Celeste contra Canadá, comenta: “¿Viste que la selección de Canadá está en conflicto, también? Las jugadoras denuncian recortes, la desigualdad económica y condiciones en comparación con la masculina, pero han tenido que volver a los entrenamientos bajo las amenazas de su federación con represalias. Sigo a la capitana Christine Sinclair, que ha sido la portavoz del conflicto”.

Las colombianas ya preparan también su participación, la tercera en un mundial pese a que no jugaron en Francia 2019, aunque nunca logró pasar de octavos de final. Les tocará el grupo H con Alemania, Marruecos y República de Corea, y en la convocatoria de su entrenador Nelson Abadía, destaca la presencia de Linda Caicedo, que acaba de fichar, para el descontento de Sarita, con el Real Madrid. La mayoría de sus jugadoras ocupan un lugar en la inestable liga nacional, donde las condiciones son de poca continuidad, bajos salarios y reconocimientos económicos, muy por debajo de los equipos conformados por varones, selección que no clasificó al Mundial de Catar.

A Brasil le tocará el grupo F con Francia, Jamaica y Panamá, tras seguir en los primeros puestos de la tabla del ranking FIFA en el puesto 9. La Canarinha tiene a jugadoras históricas de excelente desarrollo futbolístico y se plantea en esta etapa la renovación de su plantel. La histórica centrocampista Formiga, que se retiró con 43 años y siete mundiales, ya no formará parte del equipo tras haber usado la camiseta de Brasil por veinticinco años.

Siempre dominaron la Copa América, ganando ocho de las nueve ediciones y clasificaron por novena vez consecutiva a un mundial con la presencia de la entrenadora sueca PiaSundhage, subcampeona olímpica con Estados Unidos. Tiene entre su plantel a las goleadoras Adriana de Corinthians, Debinha de Kansas City Current y Bia Zaneratto de Palmeiras. Marta, la goleadora incansable, fue operada de rotura del ligamento cruzado y volvió a las canchas este año, renovando el contrato con Orlando Pride hasta 2024. Es la máxima goleadora de la historia de los mundiales, masculinos y femeninos, con un total de diecisiete goles anotados en veinte partidos, un récord alcanzado en Francia 2019. Aún no tenemos claro si estará para disputar su sexta copa del Mundo este año. Cruzamos los dedos.

Inolvidables

 

Como dos personas que ya pasaron sus cuarenta años, nos ponemos a recordar caras, nombres, partidos. La década de 1990 fue para nosotras una referencia en el fútbol femenino. Sale, casi sin pensarlo, el nombre de Marta Viera da Silva, nuestra jugadora referente. Entonces, ¿cómo no recordar la voz quebrada de Marta, seis veces ganadora del premio a Mejor jugadora del mundo, con su camiseta verde y amarilla con el número 10 grabado en la espalda, con los ojos enjugados de dolor e impotencia, tras haber sido eliminada en octavos de final, en Francia 2019, diciendo a cámara, diciéndonos, que había que seguir trabajando por un mejor ambiente para el fútbol entre mujeres, para generar mejores condiciones para las niñas que vienen?

¿Cómo olvidar el partidazo que hizo Argentina contra Escocia, una selección rival diecisiete puestos por encima de las albicelestes, cuando un 3 a 3 remontado en forma furiosa, en Parque de los Príncipes, dio para ilusionarse? Las jugadoras argentinas intentaron todo y nos dejaron aquella sensación en la garganta y los ojos, aquel gusto a esfuerzo y entrega, que igualmente no les alcanzó para clasificar a octavos de final.

El pasado Mundial dejó muchos aspectos que seguramente habrán marcado antecedentes en la mediatización del fútbol femenino y la significación política a escala global. A nadie le pasará inadvertido que Megan Rapinoe, declarada activista a favor de los derechos LGBTIQ+, quien exigió pago equitativo junto a sus compañeras de Estados Unidos, se negó a ir a la Casa Blanca para que Donald Trump la saludara como campeona del Mundo. Se vendrá un nuevo álbum de figuritas, y los problemas que tendremos para cambiar las repetidas, nuevos récords, debuts de jugadoras que aún no conocemos, sabremos de los problemas que han atravesado las mujeres que llegarán a Australia y Nueva Zelanda, ausencias, protestas, historias personales y alegrías. También habremos de conocer algo más de nosotras mismas.

Mientras tanto, la Celeste, que nunca ha clasificado a un Mundial, estuvo participando del Torneo de Francia, acumulando experiencia ante selecciones en los mejores puestos del ranking FIFA. Quizás, en algunos años, podremos ver a una selección uruguaya disputar un mundial de mayores, por primera vez. Las claves parecen ser considerar un proyecto de selecciones sostenido, en condiciones profesionales y con presencia de mujeres en los puestos de decisión, sin ser esquivas a los reclamos que también surjan de las jugadoras para avanzar en la profesionalización del fútbol femenino.

Para despedirnos, le propongo a Sarita un juego.

Acepta.

Juega.

Jugamos.

–Si te encontraras con la jugadora que fuiste, aquella gurisa que se puso la cinta de capitana en la selección mayor de mujeres en la AUF en 1997, ¿qué le dirías?

–Le diría que disfrutara más. Me bajoneaba mucho cuando veía que las condiciones no mejoraban. Venía del atletismo, donde entrenaba todos los días y me encontré con el fútbol de otra manera. No había condiciones. Me encantaría jugar ahora, ser aquella jugadora, pero con las condiciones de hoy, que son mejores aunque no todo lo que deberían. A la gente que me formó le estoy muy agradecida, pero ahora hay otras estructuras, existen divisiones juveniles, hay un camino que transitar. No había casi técnicos formados, no había infraestructura que usar. El proceso de selecciones uruguayas con Naír Ackerman, con Valentina Prego después, fue todo un camino que hacer y mejoró mucho. El paso siguiente sería, además de otros posibles y deseables, que haya contratos de verdad, no de humo. Y eso es difícil, porque no hay presupuesto. Habrá que buscar esa vuelta. 

 




Para acceder a todos los artículos suscríbete.